QUERIDOS DON MINERVINO Y DOÑA CONSTANZA

JUAN GARCÍA-SANTACRUZ ORTIZ,
Obispo de Guadix-Baza (Granada).

            “Mi corazón está lleno de gozo y alegría porque Dios me ha bendecido con su gracia: mi hijo Jesús será ordenado sacerdote de Jesucristo el próximo día 29 de junio”. Así comunicaba esta buena nueva a sus familiares y amigos don Alejandro, el padre de uno de los veintiún llamados que van a ser ungidos y luego enviados.

Y como este padre gozoso, don José y doña Angelines, don Antonio y doña Rosa y los demás, piden que nos unamos a su alegría, que les felicitemos a ellos y a todas sus familias.

Y habrá fiesta de Primera Misa, y lágrimas de emoción, y beso en manos selladas con Crisma… en Toledo, Alameda de la Sagra, en Lérida y Madrid, en Val de Santo Domingo y Salamanca, en Alcalá, Talarrubias y Quero, en La Guardia, El Romeral y Zaragoza, en Malpartida de Cáceres e Higuera de Calatrava…

¡Padres y madres de los nuevos sacerdotes! ¡Que Dios os bendiga con la voz entrecortada y la mano vacilante del fruto de vuestro amor!

También doña Constanza rebosaba de felicidad hace cincuenta años. “Mi corazón está lleno de gozo y alegría porque Dios me ha bendecido con su gracia: mi hijo Marcelo será ordenado sacerdote de Jesucristo el próximo día 29 de junio en el Santuario de la Gran Promesa. Valladolid. 1941”.

Seguro que doña Constanza no hizo tarjetas de invitación; no se usaban y eran malos aquellos años del hambre; y además viuda desde que el hijo contaba tres meses; no podía permitirse lujos. No hubo necesidad de tarjetas: ella y su Angelita, joven de veintipocos años, hicieron llegar la noticia. Y hubo fiesta de Primera Misa, y lágrimas de emoción y beso en las manos selladas con Crisma en Villanubla, Fuentes de Nava y Valladolid.

No era para menos. Don Marcelo González Martín, sacerdote de Jesucristo por la misericordia del Padre, empezaba una andadura solo conocida por Dios.

Queridos don Minervino y doña Constanza: recibid una sincera, gozosa y agradecida felicitación por los cincuenta años de sacerdocio de vuestro hijo. Claro que, ya lo sabéis, don Marcelo llegó a más: desde el cielo le habéis seguido como Obispo en Astorga, Barcelona y Toledo. ¡Cardenal Primado!

Hoy, en sus bodas de oro sacerdotales, confiere el sacramento del Orden a veintiún jóvenes que pastorearán en las parroquias de la diócesis y que se agregan al respetable número de los ordenados por él. El fruto ha sido abundante. La troje está jubilosa.

Porque ese fruto es algo vuestro. ¡Felicidades! Y, ¡muchas gracias!, doña Constanza y don Minervino.
Publicado en el Padrenuestro
29 de junio de 1991

 

             

 

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